La colaboración entre videoanálisis y psicología en el fútbol: cuando la imagen también habla de la mente
- Natalia Dancuart
- 25 abr
- 4 Min. de lectura

En el fútbol actual, el videoanálisis es una herramienta instalada, no se discute el lugar que tiene, se convirtió en parte del día a día: planificar, corregir, ajustar, volver a mirar. Sirve para estudiar rivales, ajustar sistemas, detectar errores y optimizar rendimientosy seguramente muchas mas utilidades que escapan de mi conocimiento. Lo que pocas veces se dice —o al menos no lo suficiente— es que ese mismo recurso, pensado para lo táctico, también puede ser un aliado para el trabajo psicológico.
La imagen no solo muestra qué hizo un jugador. También puede contar cómo se sintió, qué lo desbordó, cómo se comunicó, cómo reaccionó después de fallar, cómo se conectó —o se desconectó— del juego. Si sabemos mirar, el video no solo revela acciones. También expone estados.
Cuando un videoanalista y psicólogo se animan a salir de sus islas a trabajar en conjunto, se puede abrir un campo de intervención mucho más completo. Se trata de ver con otros ojos, pero también de ver otras cosas.
Lo que el video le aporta a la psicología
Uno de sus mayores aportes para mí, es que permite trabajar desde lo específico. Cuando hablamos de confianza, frustración, toma de decisiones o concentración, hacerlo con una jugada puntual en pantalla cambia la dinámica. Se vuelve tangible. El jugador entiende mejor lo que se le señala, y el diálogo deja de ser solo introspectivo para apoyarse también en lo que se puede observar.
Comparto un ejemplo concreto: imaginen un jugador frustrado por sus pérdidas de balón y el cómo eso lo llevaba a encadenar errores durante el partido. Seleccionamos cortes que no solo mostraban la pérdida, sino también lo que ocurría inmediatamente después: su posicionamiento tras pérdida, si reaccionaba o quedaba estático, cómo respondían sus compañeros y qué impacto tenía todo eso en el equilibrio grupal.
¿Que se pudo observar? después de cada error, bajaba su nivel de implicancia. Tardaba en presionar, no tomaba referencias inmediatas y muchas veces quedaba desconectado del sistema defensivo. Cuando el equipo recuperaba la pelota, tampoco ofrecía líneas de pase, lo que afectaba la progresión. ¿Y qué puedo ver desde lo psicológico? esto puede vincularse con dificultades en la regulación emocional post-error. El jugador quedaba atrapado en lo que había pasado, y ese impacto emocional interfería directamente en su toma de decisiones y en su capacidad para reengancharse al sistema de juego.
Como psicóloga, no opino sobre lo futbolístico, pero el fútbol es mi escenario: ahí es donde observo lo psicológico en acción. La confianza, por ejemplo, no se ve directamente, pero sí se ve lo que un jugador hace —o deja de hacer— cuando la tiene, y cuando no. En este caso, el error no solo afectaba lo técnico. No era solo una pérdida técnica: era una ruptura en su continuidad mental dentro del partido.
El análisis de video, es una herramienta útil para dar seguimiento al proceso psicológico. En el caso de este mediocampista, cuando se está trabajando en la autorregulación emocional o la toma de decisiones, el video permite observar si esas herramientas empiezan a aparecer en cancha. ¿Reacciona distinto a la adversidad? ¿Sostiene su lenguaje corporal? ¿Se comunica mejor en momentos críticos?
Uno empieza a darse cuenta que el video puede potenciar el trabajo psicológico, y cuando se usa bien, ayuda a que el jugador no solo entienda el juego.. sino que se entienda mejor a sí mismo dentro de él. Un recurso que conecta lo que el jugador cree que hace con lo que realmente hace, y a partir de ahí, abre un espacio para pensar(se) de otro modo.
Así como el video puede enriquecer la intervención psicológica, ¿la psicología también puede afinar la mirada del analista?. Yo creo que si, muchas veces, lo que a simple vista parece una falta de actitud, una desconexión o una toma de decisión errónea, tiene raíces emocionales, cognitivas o incluso contextuales que no se ven en el corte, pero que influyen en la acción.
El objetivo no es psicologizar todo lo que se ve en pantalla, ni intervenir sobre lo estrictamente futbolístico. Como dije, no opino sobre sistemas de juego ni sobre decisiones técnicas: lo que hago es trabajar sobre lo humano que se manifiesta dentro de ese sistema. El fútbol es la plataforma, el donde emergen emociones, patrones de comportamiento, vínculos, bloqueos y fortalezas. Desde ahí, y solo desde ahí, la psicología puede sumar.
¿Cómo hacemos para que la colaboración funcione?
Como en cualquier trabajo interdisciplinario la colaboración entre psicología y videoanálisis no se da por decreto: se construye. Requiere por sobre todo, comprensión mutua de los límites y alcances de cada rol, en palabras más sencillas: que no se confunda intervenir con invadir. Que el psicólogo acceda al material de video no significa que vaya a opinar sobre tácticas, ni a hacer diagnósticos en función de una jugada. Se trata de observar con otro foco: ver lo que el cuerpo expresa, lo que el gesto anticipa, lo que el lenguaje revela. La mirada es distinta, pero no incompatible.
Otra condición importante es tener claro que no todos los jugadores se benefician igual del trabajo con video. Hay quienes aprenden mucho de verse y otros que se paralizan al enfrentarse con su propia imagen. Saber a quién, cómo y cuándo mostrarle un corte es parte de la sensibilidad que requiere esta herramienta cuando se usa con fines psicológicos.
También es importante generar espacios reales de intercambio entre profesionales. No alcanza con compartir el material: hace falta conversar sobre lo que se ve, entender desde dónde se interpreta cada cosa, preguntar sin miedo y confiar en que el otro no está “corrigiendo” sino sumando perspectiva.

Los psicólogos no funcionamos como un dron que sobrevuela el juego, nuestra tarea no es observar desde arriba, sino acompañar desde adentro. No son miradas opuestas, sino complementarias, cómplices en una misma meta.
El fútbol no es solo táctica, ni solo emociones. Es una trama donde lo técnico, lo táctico, lo mental, lo emocional y lo colectivo se entrelazan todo el tiempo. Por eso, las áreas que acompañan al jugador no deberían funcionar por separado. Lo que uno ve, puede ayudar a que otro entienda. Y lo que se piensa desde un lugar, puede enriquecer la intervención del otro.
Cuando lo mental, lo emocional y lo táctico se miran como partes de un mismo todo, la comprensión del juego —y del jugador— gana profundidad.Y ese es, al final, el punto de encuentro: ver más, para acompañar mejor, y para ver más.. hay que mirar distinto..
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